Hay una cosa a la que es necesario que te acostumbres, y es a leer todos los días (como un breviario) alguna cosa buena. A la larga penetra [...]. Nadie es original en el estricto sentido de la palabra. El talento, como la vida, se transmite por infusión, y hay que vivir en un ambiente noble, adoptar el espíritu de sociedad de los maestros. No hay nada malo en estudiar a fondo a un escritor con un genio totalmente diferente al que uno tiene, así no puede imitarlo.

Gustave Flaubert a Louise Colet, 7 de junio de 1853.

Del amor (y otras tontedades)

Te quiero, ¿sabes? Te lo digo así, sin miedo a las cursilerías. Te quiero, y lo hago a menudo, a veces como si me fuera la vida en ello, pero a veces no tanto, lo justo, y me basta ese lo justo para quererte con efecto retroactivo. Te quiero con una locura desapasionada más cercana quizá a la tontería, a la pava, a lo aún adolescente incapaz de admitir su adolescencia, que a un querer serio, de novela, de telefilme de domingo por la tarde.
Te quiero, por ejemplo, cuando hablas como si todo fuera tan trascendente; cuando tu voz de niña se crece a sí misma y las inflexiones de tu todo te convierten en un algo prematuro, y preguntas por el precio del café como quien pregunta por la clave para discernir el universo.
Te quiero cuando no eres guapa ni bella ni hermosa, nada de eso, tú eres bonita,  bonita como una tacita de porcelana sobre un estante de madera negra, y cuando te da igual lo que ponerte porque en el fondo sabes que el hábito no hace al monje, que la mona de seda mona se queda y que seguirás siendo bonita in aeternum.
Te quiero, también, cuando no dices lo que piensas porque lo escribes, y cuando no dices nada por miedo a decirlo todo, cuando piensas en voz alta porque nadie cree oírte, pero las almas escuchan, y de tanta relevancia se estremecen, cuando tú no te das cuenta.
Te quiero cuando me agarras sin pensarlo y te me aferras un momento, con la excusa de un saludo innecesario como innecesario es un Dalí o es un Picasso o un Cézanne, todas esas cosas tan innecesarias que le hacen a uno creer en la vida, tan innecesario como tú, que no haces falta hasta que estás y no podría ser de otra manera. Te quiero como querría Cortázar, total parcial te quiero, total general te amo, de esa forma tan pura que tan poco gusta a los puritanos, pero quién les hace caso al fin y al cabo.
Te quiero cuando eres todo eso y no lo sabes, y cuando eres tan tú que no podrías ser otra. Te quiero cuando eso, y eso tan a menudo que te quiero tan a menudo, y sólo no te quiero cuando estoy muerto; pero como aún no he llegado a estarlo, te quiero siempre, en presente continuo y en futuro indefinido pero no en condicional, y en pretérito imperfecto retroactivo para no creer que antes sólo he perdido el tiempo.

Barcelona, 30 de enero de 2011

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Para mí el mejor de todos...mítico ya! ;)

Anónimo dijo...

Me encantó : )

Anónimo dijo...

te quiero sin conocerte, por como escribes... por como expresas lo intangible, lo invisible... el sentimiento.

J.