Hay una cosa a la que es necesario que te acostumbres, y es a leer todos los días (como un breviario) alguna cosa buena. A la larga penetra [...]. Nadie es original en el estricto sentido de la palabra. El talento, como la vida, se transmite por infusión, y hay que vivir en un ambiente noble, adoptar el espíritu de sociedad de los maestros. No hay nada malo en estudiar a fondo a un escritor con un genio totalmente diferente al que uno tiene, así no puede imitarlo.

Gustave Flaubert a Louise Colet, 7 de junio de 1853.

Condecoraciones


Te dejaste por aquí tus condecoraciones. Sobre las sábanas, la medalla a la pasión con la que litúrgicamente me mordías; en tu tocador, la medalla al honor con el que hacías que mirar no sólo fuera mirar y caminar fuera solemnidad dórica y magia onírica; frente a la puerta, la medalla al valor de volver una y otra vez después de conocer a mis demonios, de que te arrancaran la piel a tiras y te lanzaran a los pozos sin luz de los que siempre escapabas. Te quedó un trébol, tu medalla de la suerte de seguir con vida después de aquella madrugada que llegó hasta octubre.
Te las dejaste por aquí porque perdimos el valor de renunciar cada uno de sí mismo, el honor de creernos las mentiras más sencillas, la pasión que no ha querido despertar más desde entonces y ya no sé si duerme o está muerta; se nos fue la suerte por entre los dedos por querer recoger una supuesta dignidad, el castillo de arena del orgullo que se derrumbó con sólo tocarlo y cuando quisimos darnos cuenta la suerte había salido volando para no volver.
He tirado tus medallas al fuego y se han quemado como si fueran de papel; supongo que de eso se trataba.
Mano sobre medalla colgante
Barcelona, 29 de agosto de 2011

Vals

Cuenta mil pasos y súmales eso que queda entre las dos paredes de la habitación; da media vuelta, con lo que nos queda del baile de vals que nos deja más cerca, siempre un poquito más cerca de todo lo que hoy nos quedó por hacer, del cuento de nunca acabar que aquel jueves de noche acabamos por no saber bien si quedaba una página en blanco a poder escribir; y cuando te queden dos pasos a ese fin del mundo al que nunca llegamos, espera. Inventa una excusa, de aquellas que tanto te gustan y nunca te salen; mira la puerta, esa detrás de la que ya no hay nadie esperando, y sal antes de que me escuches llegar silbando canciones que nunca aprendiste y menos te gustaron; vete como siempre, con el ruido negro de tacones, que yo pueda oírlo y creer, aunque sea mentira, que te vas para siempre.
Silent night

Barcelona, 20 de agosto de 2011

Mapa y brújula

Desde tus labios, en un beso cerca de la estación, recorro con la memoria tus piernas y su piel como si viera un mapa de Barcelona, como si fueras nada más que un monumento y tus columnas, finas, del color de las raíces, fueran burbujas que se pasean por esta tierra de nadie. Recuerdo una marca negra por encima de una rodilla cualquiera, y un minuto después la marca sobre mi piel, los dos juntos y revueltos, tus dedos curvos de pasear de noche en un parque hasta que rodábamos sobre la hierba, un anillo en el corazón atravesando la sandalia teja que pasabas por mi cuello cuando jugamos a morirnos y a matarnos. De tus tobillos como piedras, un tendón largo y flaco repitiendo tus piernas largas y flacas en un momento largo y flaco, y sobre el tendón mis ojos y mi boca, y un grito de protesta y ya estábamos ora vez muriendo, parando la vida en seco para descansar tus piernas en nosotros, para ahogar las bestias que duermen en los dos y que nazcan otra vez con una rabia que sólo comprendíamos al morir y nunca más hasta la próxima.

Nature #5
Barcelona, 7 de agosto de 2011