Hay una cosa a la que es necesario que te acostumbres, y es a leer todos los días (como un breviario) alguna cosa buena. A la larga penetra [...]. Nadie es original en el estricto sentido de la palabra. El talento, como la vida, se transmite por infusión, y hay que vivir en un ambiente noble, adoptar el espíritu de sociedad de los maestros. No hay nada malo en estudiar a fondo a un escritor con un genio totalmente diferente al que uno tiene, así no puede imitarlo.

Gustave Flaubert a Louise Colet, 7 de junio de 1853.

Dieta desequilibrada

Si no nos atan a la cama vamos a devorarnos. Primero como un juego, en el cuello, doliendo sin doler, cerrando un poco los ojos; nos creeremos vampiros, o aullando bajo la luna llena nos arrancaremos la ropa a dentelladas. Todo será eso, poco más, un juego, como los niños que dicen no saber cómo decirse que se quieren. Después, salvajes. Abriremos viejas heridas que nunca se hicieron, nos beberemos, sin casi entender lo que estaremos haciendo, intentando no parpadear, clavándonos tantas uñas que las miradas perderán toda importancia. Al final, nuestra cama se volverá el mostrador de una carnicería, las sábanas se teñirán de nosotros, buscaremos como bestias el cuello del otro otra vez y tugiremos de dolor, rezando por acabar antes que el otro, por vivir un poco más, por vivir eternamente en la carne del enemigo.
El que sobreviva, que apague la luz.
Lady Macbeth nimmt die dolch
Johann Heinrich Füssli

Barcelona, 28 de abril de 2011

Aviso para navegantes, II

He tomado la firme determinación de volver, y de hacerlo, como se suele decir, para quedarme. Sobran las palabras, y en alguna parte hay que colocarlas, y entre estar en misa y repicar yo me quedo con repicarlas. Las palabras han empezado a inundar el universo, a invadir el planeta, a hacerse con nosotros, a estar en todas partes, y matarlas es inútil: las palabras nacen, nacen, nacen, se nutren del silencio que antes presumía de omnipresencia, y no mueren jamás. Cualquier palabra, hasta la más pequeña, siempre está ahí, esperando, y esperará hasta ser recogida o hasta ser dolorosa, y cuando una palabra duele, duele para siempre.
Vuelvo porque me quedan muchas formas de contar la misma historia y yo soy el único que la conozco… o al menos que sabe que la conoce y puede recordar al resto que esa misma historia es una sola pero es todas, es mi, tu, su, nuestra y vuestra historia. He vuelto a contar la historia de cualquiera que se crea historiable, de cualquiera que pueda vivir como palabra, que pueda ser apalabrado. Las palabras, en ese sentido, no suelen discriminar a nadie. La eternidad es una palabra que nos puede llamar en cualquier historia.
A Kind Of Loving
Jack Vettriano
Barcelona, 25 de abril de 2011