Hay una cosa a la que es necesario que te acostumbres, y es a leer todos los días (como un breviario) alguna cosa buena. A la larga penetra [...]. Nadie es original en el estricto sentido de la palabra. El talento, como la vida, se transmite por infusión, y hay que vivir en un ambiente noble, adoptar el espíritu de sociedad de los maestros. No hay nada malo en estudiar a fondo a un escritor con un genio totalmente diferente al que uno tiene, así no puede imitarlo.

Gustave Flaubert a Louise Colet, 7 de junio de 1853.

Algo

Empieza como un murmullo, quizá sólo una sensación de ruido, el roce de unos labios, apenas nada, pero es como algo que sin sonar apenas se oye en la piel, se percibe, se siente como se siente el aire a través de los pulmones de Stan Getz antes de soplar y O Grande Amor es la banda sonora de un susurro pegado al oído, de algo que se insinúa, y ese algo eres tú y el roce de unos dedos bajándome por el pecho. Hay algo de ese saxo viejo en nosotros, algo que se nos acerca y ya no es tan susurro mientras la sábana nos cubre hasta la cabeza y dejamos que ese algo nos acompañe al escondite y nos hable, un rumor de palabras que no llegan a entenderse encima de una voz que dice que

ha de sempre haver para esquecer um falso amor e uma vontade de morrer,

y esa voluntad de morir está entre nuestros labios para morir aplastada en ellos, ahogada en nuestro aire, empapada en nuestra saliva, porque

há sempre um homem para uma mulher

y un algo para ese nosotros, y ya ese algo no está en un rumor sino en gemidos apagados que mi boca te respira, te arranca de la boca en uno de esos besos que no te dejan respirar porque tampoco es necesario, porque para qué aire si hay un gemido que crece cuando nos acercamos tanto y tantas veces que el gemido casi es grito y esconde ese saxo y esa voz que ahora se funden con las sábanas y las pieles, que se funden entre ellas, y nos fundimos con ese nuestro universo en el que hay un dios que dice que

há de vencer o grande amor que há de ser no coração,

y en ese universo nos perdemos y somos creación y destrucción, somos materia y éter, y un grito que silencia todo lo demás entre estas cuatro paredes, entre estas dos sábanas, entre esta piel y la tuya que ahora más que nunca son la misma, y todo lo demás se pierde en el grito y en ese algo que no sabemos qué es pero sí que está, y que estamos, y que el universo que formamos enciende en un instante todas sus luces y entonces, con ese algo nadando en un último grito, se funde en una sola luz y se apaga, dejando escapar ese algo en el aire;

y nosotros, sin ser ya universo y siendo sólo susurro y sudor, esperamos mientras mi mano juega con tus cabellos, con cada uno, buscando los restos de ese algo, buscando algo, buscándote.

Stan Getz
Steve Volpe


Barcelona, 23 de septiembre de 2012

Aire

Necesito aire para respirar y creer en el oxígeno, una ducha de pensamiento para seguir sabiendo que existo. Necesito mirar el mar y no ver el final, y que al final sea todo mar y olas y la sal en la cara, la ropa, el pelo, la ceniza del mundo en un vaso de agua salada, el sabor de la lluvia en el fondo de una copa de vino. Necesito olvidar lo que está escrito para crear nuevos párrafos de vida, otra línea después de un punto y aparte y cada vez más cerca del punto final. Necesito muerte para recordar la vida, necesito del entero suicidio del universo, de los círculos del cielo y en infierno por los que cada día paseo, de cada esquina para mirar detrás y descubrir otra calle, otro barrio, otro sitio al que llamar hogar, otro lugar en el que saber que estoy en casa.
Necesito abrir esa maleta que arrastro desde hace tanto tiempo, sacar mi caja de Pandora y dejarla abierta para que salga por fin la esperanza; entonces mirarla, sonreír y decirle que ya no la necesito.

A mí dadme lo superfluo, que lo necesario todo el mundo puede tenerlo.




Oxygen, abstract, argentina, art, painting
Oxygen
Andrea Conde
Barcelona, 19 de septiembre de 2012




Lloverán estrellas

Esta noche lloverán estrellas. La gente irá al mar a verlas caer, a dejarse salpicar de luz, los niños con la excusa de las estrellas para pedir un deseo, los enamorados con la excusa del deseo para ver estrellas, y no es tanto el deseo que piden a la lluvia como el que tienen en sus entrañas y que esta noche hará arder el mundo de nuevo. Los viejos las mirarán y recordarán cada estrella que han visto caer, y cada hermano que se llevaron consigo las luces al apagarse; algunos se quedarán en casa, incrédulos para los demás pero sabiendo que no es bueno despertar el recuerdo de aquella vez que vieron llover estrellas, o quizá es que no les gustan las estrellas y hasta ellos se lo creen.
Esta noche algunos intentarán cambiar el mundo, deseando a cada estrella lo mismo, suplicando que todo sea diferente; otros suplicarán que nada cambie, otros una muerte, algunos la suya, algunos su vida, otros la vida de otro. Los más contados se sentarán frente al mar y brindarán con la luz de cada estrella porque no necesitan deseos cumplidos, tan sólo seguir buscando la puerta, el escalón, la manera de recordar cada deseo como un propósito, y saben que si esta noche es especial es sólo porque lloverán estrellas.


Falling star
Witold Pruszkowski

Barcelona, 17 de septiembre de 2012

Cuerpo, cuerpos, universo

Hay una chaqueta que se balancea desde un perchero, un cuerpo vestido de una seda negra que se desabrocha y cae al suelo, y ahora es sólo cuerpo, y el cuerpo se acerca y yo, sentado en la cama, grabo a fuego ese cuerpo en mis ojos mientras viene, moviéndose como la chaqueta que cuelga y que ahora no se mueve, y hay un cambio de papeles y una pared blanca tras su cuerpo, y sus labios tienen a los míos, y las bocas toman posesión la una de la otra mientras fuera una luz se apaga, en una ventana lejana, tan lejana como los días antes de ese cuerpo, podría ser ayer pero hace tanto ya de ese esperar ese cuerpo que ahora está sobre el mío y me desnuda mientras las bocas respiran cada vez más rápido la una dentro de la otra, y luego en el cuello, y mi desnudo frente al cuerpo desnudo, y uno encima del otro y luego al revés, y el mío tan dentro del suyo que lo siento mío, que el cuerpo y mi cuerpo son uno sin dejar de ser dos, y de la boca del cuerpo nace un gemido y lo atrapo en mi boca, cada vez más gemidos que atrapar y los cuerpos que luchan en ese ring, ese colchón empapado del sudor de los cuerpos y de la copa de vino que ha salpicado sus restos en él, y todo huele a sudor y a cuerpos y a saliva y a todo lo que no podemos decirnos hasta que no seamos tú y yo y no cuerpos, o cuerpo, o un universo a cuyo alrededor gira la luz de luna, y entonces un momento, una explosión, una creación del universo y un cielo y un infierno, y una palabra que se pierde en el eco de nosotros mismos y de tu pelo en mi pelo y tu cabeza en mi pecho y de dejar de ser uno y ser tú y yo, que el cuerpo no sea cuerpo, y hay que fingir que nunca nos hemos asesinado en esa muerte que nos damos cada vez que somos cuerpo, cuerpos, universo.



Barcelona, 14 de septiembre  de 2012

Antes y después

Antes, mucho antes de ti, existía algo que se llamaba vida, que existía para ser vivida y no para ser recordada como un primer beso en una noche de verano, algo que ocurre tan sólo para que sepas que no volverá. Antes de ti no existía el recuerdo, porque todo era parte del mismo momento, el ayer, entonces hoy, a veces mañana.
Ahora, después de ti, sólo me quedan restos, las tablas del barco que naufragó conmigo, una botella vacía con la marca de tu carmín en la boca, algún cabello en mi almohada, un techo que cada noche se llena de todo lo que hicimos y de lo que nos dejamos por hacer, el tatuaje de tus dedos en mi cuerpo y el recuerdo de tu piel en los míos, demasiadas noches en vela y esa vela apagada junto a mi cama desde que te fuiste, y a la que ahora llamo vida.



Barcelona, 10 de septiembre de 2012

Baile de salón


Me alejo, me acerco. El mundo gira bajo tus pies y tú no te das cuenta. Hay tanto de espera en la esperanza...
Me alejo, te acercas. Hay una cadena que me ata de ojos a tu boca y en medio sopla el viento y nos abofetea la mano de ese algo que nos prohíbe.
Me acerco, te alejas. A veces te veo en cualquier sitio, un espejismo por culpa de la sed que te tengo. A veces sé que sabes que te estoy mirando, a veces sabes que sé que finges que no lo has visto. A veces, no sé si lo sabes, pero no quiero mirarte.
Me alejo, te alejas. Vuelvo a pasar los días mirando tu recuerdo en mis manos, y el tiempo pasa, como tú, como yo, que en la seda de tu pelo dejé escrita una caricia por si quieres volver a leerla.




Barcelona, 6 de septiembre de 2012

El camino de vuelta

Y ahí vuelven los dobles sentidos, lo que decimos con la mirada, todas esas haches que están aunque no las oigas. De nuevo lo que no sabemos, lo que no queremos saber, y tú y yo nos miramos con esa mirada tan Adán y Eva delante de la fruta prohibida, cuando el único árbol de la vida es el que tiene raíces en nuestras bocas.
Otra vez tu pelo y su geometría, la seda enredada entre mis dedos que buscan una comisura y luego una mejilla y luego tú que te alejas porque no puede ser, porque no sabemos, porque aunque todo haya cambiado somos los mismos, y nos da miedo ser los mismos porque no puede ser, porque sería cambiarlo todo para que volviera a ser como queríamos entonces que fuera. Hay un minuto que vuela contigo entre mis brazos, y unos latidos que nacen para que los oigas, para que entiendas que ahora estoy vivo, pero quién sabe si cuando te levantes, quién sabe si recoges la mesa y nos despedimos y salgo como quien sale a un laberinto, el mismo que he cruzado para llegar hasta aquí, y ahora, ¿para qué volver atrás? ¿Para qué perderme allí buscando lo que nunca quise en vez de cerrar la puerta de salida y cogerte la mano, porque ese es el gesto exacto, es saber que puedes soltarme o puedes cogerme, puedes dejarme caer en el precipicio o saltar conmigo, puedes matar el hoy por lo que pueda ser mañana o vivir el hoy a pesar del qué será?
Y aun así no puede ser, y no sabemos, y vuelvo a entrar en ese laberinto en el que me pierdo tan sólo para encontrar el camino de vuelta a tí.
Labyrinth
Marco Rosales Shaw
Barcelona, 2 de septiembre de 2012