Hay una cosa a la que es necesario que te acostumbres, y es a leer todos los días (como un breviario) alguna cosa buena. A la larga penetra [...]. Nadie es original en el estricto sentido de la palabra. El talento, como la vida, se transmite por infusión, y hay que vivir en un ambiente noble, adoptar el espíritu de sociedad de los maestros. No hay nada malo en estudiar a fondo a un escritor con un genio totalmente diferente al que uno tiene, así no puede imitarlo.

Gustave Flaubert a Louise Colet, 7 de junio de 1853.

Lengua prohibida

Durmiendo al raso vimos cómo se quemaba el cielo, y las cenizas nos dejaron otra vez a oscuras. Cada bocanada de aire era una tormenta de arena que nos enterraba, cada grito un trueno que se llevaba por delante las palabras y nos prohibía expresamente saber de qué demonios estábamos hablando.
Por fortuna siempre fuimos desobedientes deliberados, y una vez libres de tormenta nos susurrábamos lo que queríamos decir. Creamos un lenguaje secreto, donde las caricias en lugares secretos eran mensajes secretos. Y lo mejor, que no importó el día que olvidamos el código y no sabíamos descifrar, porque sólo seguíamos hablándonos así, en nuestra lengua, en nuestras manos.

 
Barcelona, 18 de septiembre de 2011

Marilyn


Jueves. Día de entierro. La misma botella encima de la cama, vacía. Yo al lado, vacío también. Es tarde y no hay manera de caer dormido o muerto. Tu fantasma se pasea por la habitación, canturreando algo en francés, mientras miro el humo que dibuja nubes en el techo. Las mismas preguntas de siempre. No sé si te escribo porque eres tú o si eres tú porque…
Hay unos cuernos de luna atravesando el cristal. Huele a alcohol, sudor y azúcar de caña, tabaco y perfume caro; reales, el alcohol, el sudor y el tabaco. Los otros son duendes que van contigo y que a veces se quedan cuando te vas por el sencillo placer de dejarme en vela hasta que amanezca.
Me pregunto si Marilyn estará por aquí, en alguna habitación, y si alguien huele sus duendes de Channel y fresas. Me imagino a alguien rompiendo las sábanas y gritando y me siento grande en mi miseria. Porque yo, por lo menos, sé que lo único que me queda de ti son tus espectros.
Barcelona, 16 de septiembre de 2011