Jueves. Día de entierro.
La misma botella encima de la cama, vacía. Yo al lado, vacío también. Es tarde
y no hay manera de caer dormido o muerto. Tu fantasma se pasea por la
habitación, canturreando algo en francés, mientras miro el humo que dibuja
nubes en el techo. Las mismas preguntas de siempre. No sé si te escribo porque
eres tú o si eres tú porque…
Hay unos cuernos de luna
atravesando el cristal. Huele a alcohol, sudor y azúcar de caña, tabaco y
perfume caro; reales, el alcohol, el sudor y el tabaco. Los otros son duendes
que van contigo y que a veces se quedan cuando te vas por el sencillo placer de
dejarme en vela hasta que amanezca.
Me pregunto si Marilyn
estará por aquí, en alguna habitación, y si alguien huele sus duendes de
Channel y fresas. Me imagino a alguien rompiendo las sábanas y gritando y me
siento grande en mi miseria. Porque yo, por lo menos, sé que lo único que me
queda de ti son tus espectros.
Barcelona, 16 de septiembre de 2011
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