Desde tus labios, en un beso cerca de la estación, recorro con la memoria tus piernas y su piel como si viera un mapa de Barcelona, como si fueras nada más que un monumento y tus columnas, finas, del color de las raíces, fueran burbujas que se pasean por esta tierra de nadie. Recuerdo una marca negra por encima de una rodilla cualquiera, y un minuto después la marca sobre mi piel, los dos juntos y revueltos, tus dedos curvos de pasear de noche en un parque hasta que rodábamos sobre la hierba, un anillo en el corazón atravesando la sandalia teja que pasabas por mi cuello cuando jugamos a morirnos y a matarnos. De tus tobillos como piedras, un tendón largo y flaco repitiendo tus piernas largas y flacas en un momento largo y flaco, y sobre el tendón mis ojos y mi boca, y un grito de protesta y ya estábamos ora vez muriendo, parando la vida en seco para descansar tus piernas en nosotros, para ahogar las bestias que duermen en los dos y que nazcan otra vez con una rabia que sólo comprendíamos al morir y nunca más hasta la próxima.
Nature #5 |
Barcelona, 7 de agosto de 2011
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