Siempre hay un punto y aparte. Todo en la vida es un punto y aparte, las comas no son comas, y la mayor mentira es la del punto final. Nada se acaba, sólo cambia, la energía y la masa al cuadrado y la luz y esas historias todo es volver a empezar si es que alguna vez se empieza.
Tú entraste en un párrafo a mitad de frase, así, con cuidado, entre sujetos que quién sabe a qué se sujetaban, y te fuiste comiendo todas las palabras, todas, hasta el punto y aparte. Carpetazo, cierre, bang. Te acabaste, eso es todo.
A veces parece que llegues otra vez, asomas detrás de todas las cosas que te tapan que me rodean. Creo que ni tú recuerdas cómo te fuiste, o quizá te fuiste de mí como te fuiste de tantos otros antes. Pero la rutina no era lo tuyo; supongo que eso tuvo la culpa, la rutina de vivir, del mismo hotel, del olor a ginebra barata los jueves de entierro, de mí.
A veces me da por la metafísica y me acuerdo de ti, de cuando citabas a Descartes, a Étienne, a tu padre que de vez en cuando nunca habías conocido. A veces me quedo mirando el cielo raso y veo ese punto y aparte y miro atrás y estás ahí, pero después eres sólo un fantasma y un punto, y me alejo del raso y todo tu párrafo es un punto, y si me alejo algo más es un lunar en tu barriga, y estás ahí; la vida eres tú pero como un fantasma, y no sé si estás o estuviste y no sé ni si soy. Pero soy, porque pienso demasiado.
Temptress Holding Jack Vettriano |
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