Quiero hacer, de mi vida, antología. Con una cierta vanidad, y recordando cada minuto, cada instante, con la inocencia de una perpetua infancia y con la dignidad amarga de los pobres, me perderé en el anonimato de las nobles figuras.
No me importa si constan en mi antología prosa o poesía, o dibujo, o pintura, o teatro, o todas ellas; habrá sitio para eso. Pero antes, que destaque,
EN MAYÚSCULA
NEGRITA
Y SUBRALLADO
en los anales del universo como aquél de entre los mortales que vivió una vida llena, que disfrutó cada segundo como si fuera el primero, que dejó amigos e hijos llorando en torno de su tumba, que amó como un cobarde y fue amado como un valiente, y que un viernes de invierno, a las seis y media del atardecer (GM+1) (aprox.) lo dio todo en un último suspiro, de la mano de su último amor y con una sonrisa en el corazón.
Déjenme escribir mi antología.
Muerte en la alcoba Edvard Munch |
7 comentarios:
Que grande eres M.Fernández!
Cuando parece imposible que te superes... vas tú y me cierras la boca.
J.
He de reconocer que este me gusta..si al final me vas a caer bien y todo!jajajaja
El de detras a la izquierda.
Gracias.
El de delante a la derecha.
Mientras más lo leo, más me gusta... no dejes nunca de escribir M. Fernández, por favor.
J.
He sido tu visita 2000!! Me merezco un premio no? ;)
p.d.: me sigues impresionando..
J.P
Llevo un tiempo preguntándome si se puede querer a alguien por su obra. Por lo que hace. Muchos responderán, inmediatamente y sin pensarlo demasiado, que no. Pero yo le sigo dando muchas vueltas. En fin; siempre he creído que el amor desciende/asciende directamente desde la admiración. Y nada me produce más admiración que el arte.
En la obra artística de una persona se trasluce su manera de ver el mundo. Su manera de pensarlo o sentirlo. El valor que se da a cada cosa. Quizá si se mira la obra con profundidad, se puede ver a la persona en ella. Y así amarla.
A mí me parece un camino directo. Aunque sea estrecho.
(Felicidadconcetrada)
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