Para buscarnos, a medias contigo, nos repartimos el mundo. Para mí París, Buenos Aires, Venecia, Barcelona; para ti el resto. Me conformo con saber que en cualquier parte podré verte, y que por mucho que te escapes siempre estarás donde quieras. Perseguiré tus huellas y el resto de tu perfume con el sabueso de la divina providencia, y te encontraré donde están todas las cosas, en el último lugar en que se buscan.
Te encontraré escrita, como siempre antes de verte por vez primera; te leeré aquí y allá, en Shakespeare y Bécquer, en Ovidio y en Cortázar, y te recogeré, y te recortaré, y te colgaré de mi pared a pedacitos de obra maestra. Te olvidaré algún día, el momento justo antes de encontrarte, sin saber qué es lo que busco hasta que estés aquí de nuevo. Y es que al final siempre estarás ahí donde debías, en el café donde tú y yo nos conocimos en invierno, en las luces apagadas donde nos encontramos sin quererlo ni beberlo, y en las tazas manchadas de espuma y de tu - cómo no - carmín donde nos quisimos, al final, y nos bebimos.
Le Pigeon aux petit pois Pablo Picasso |
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