Ya no tienes, como antes, ricitos de oro. Ya no me besas como quien bebe una copa de vino porque son las dos de la mañana y suena un piano en la ventana. Ya no te quedan igual esos vestidos, unos se te caen, otros ni te caben. Ya no tienes fuerzas para apretarme la mano hasta que duele, ni para tirarme de un empujón a la cama, ni puedes seguir mi paso por el parque y tenemos que pararnos para devolverte el aire.
Ya no tienes una frente lisa, se ha caído tu mármol y has perdido el brillo de los días de gloria, y Petrarca ya no te quiere. Ya no bailas a Otis Redding, apenas a Coltrane. Ya no somos los niños de antes, ni se queman de pasión nuestras miradas. Pero cuando el fuego en nuestros ojos se ha apagado, he podido ver en ellos que estamos el uno dentro del otro, y que de ahí no hay quien nos saque.
Son sesenta años aguantando mis palabras, y aún es la mano con la que te escribía la que me coges cuando yo te paseo por el parque mientras tú me paseas por la vida. Cuando, en definitiva, nos paseamos el uno por el otro, desde el otro, en el otro.
Pierre-Auguste Renoir Paseo |
Barcelona, 10 de marzo de 2011
4 comentarios:
me gusta mucho tu blog Misael, ¡de verdad!
Gracias, A.!
;)
me gusta :)
J.
Una vez más precioso. Además puede ser real. Así intuyo el pasar de mis años. Me quedaré con la ilusión de haber sido tu inspiración, y que quede claro , no es vanidad
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